miércoles, 15 de octubre de 2014

Capítulo 35

Aunque intente quitarme la sonrisa de la cara… vamos, no podría ni queriendo. Cuando cierro los ojos me acuerdo de Luke besándome y me entran ganas de pegar saltos de alegría y gritar por la emoción que tengo dentro. Pero eso ya se ha acabado, supongo. Ahora tengo que centrarme de que dentro de unas nueve horas aparecerá la luna llena y
mis temores, pesadillas y demás se harán realidad. Ni siquiera el recuerdo de ayer podrá hacerme sentir bien ante la revoltura de estómago que tengo ahora mismo.
Termino de mirarme en el espejo. Mis mejillas están encendidas, desde ayer parezco ser otra, más madura y mayor. Me hago una coleta en lo alto de la cabeza y dejo que el pelo todavía un poco húmedo me caiga en la cola de caballo que me he hecho. Mis ojos parecen más oscuros que de costumbre. Mis manos están heladas y ni siquiera el calor del agua puede hacerlas cambiar de estado. Me enfundo unas botas y el abrigo y salgo al salón en donde no hay nadie, ni siquiera Luke, que salió muy temprano esta mañana para ir a buscar a Elena, son las únicas horas que nos quedan y tenemos que aprovecharlas bien. Yo, por otro lado no tengo nada que hacer y salir a comprar comida es lo mejor que puedo hacer en estos momentos para ayudar un poco. Tengo la sensación de que hoy será el último día que vea amanecer y creo que es por eso por lo que todo me parece mucho más bonito que antes.
Cojo las llaves del coche y un poco de dinero y salgo medio brincando a la calle. El coche de Luke está aparcado justo enfrente y me subo a él sin problemas. El único inconveniente es el sillón, que está mucho más atrás de lo que yo lo tengo en mi coche que ya no existe porque ahora es un cubito, ya que se destrozó en la explosión que yo generé.
Giro a la derecha en el cruce y después voy todo recto, al menos esa son las explicaciones que me ha dado Aubery esta mañana. Ella descubrió ayer una hoja con el hechizo, pero no lo entiende del todo, por lo que cree que solo es un fragmento de lo que verdaderamente es, y eso me da mucho miedo.
El aparcamiento está desierto, salvo por cuatro o cinco coches que están cada uno en una esquina. Esto es antinatural, debería estar en casa preparándome por si unas estúpidas sombras me secuestran y así las revivo, pero me veo incapaz de quedarme quieta. Por lo menos aquí hay gente y pueden ver lo que sucede ¿verdad? Eso espero, al menos.
Cuando entro todo está más que vacío, casi no hay ni cajeras. Tenía planeado comprar leche, que es lo que menos nos queda, cereales… así cosas también para comer, porque estoy harta de que siempre estemos pidiendo comida para traer.
Entro en el segundo pasillo a la derecha, es el de productos vegetales. Una vez allí empiezo a coger todo lo que tenga buena pinta: una lechuga, espárragos… nunca había venido a hacer la compra, siempre era Elena la que se encargaba de ello, aunque eso es lo que espero ya que sus supuestas salidas serían para hacerle unas visitas a los espíritus.
-Cuanto tiempo sin verte-una voz me hace de despertador y me pongo alerta. Me canteo para ver que delante de mí tengo a David, mi amigo de instituto y compañero en el periódico. La última vez que lo vi fue en la fiesta en honor a su amiga Alisson, cuando salió corriendo después de hacer un discurso de la leche.
-Ey, ¿qué tal?
-Bien, tenía pensado ir a tu casa más tarde-me informa-. ¿Sabes cuándo va a hacer Elena las recuperaciones de lengua? Es para ir preparándolo todo.
Me quedo pillada un momento y me apoyo en la balda que tengo a mi izquierda. Está fría, ya que estamos al lado de los frigoríficos que mantienen la comida fresca.
-Verás, Elena ya no está en la ciudad, se marchó ya que mi tío y ella cortaron así que ella dimitió, no sé si el instituto lo sabe-me quedo callada un momento, no sé si esto es un  mentira creíble o no-. ¿Estás bien? Pareces más que cansado, estás pálido.
-¿Yo?-inquiere David-. Estoy bien, pero me ha resultado raro lo que me has dicho ¿sabes?
-¿Por qué?
-Porque he visto a Elena hace media hora entrando en tu casa, tenía la pinta de estar muy mal. La he saludado, pero no me daba tiempo de preguntárselo a ella ya que mi madre me ha mandado a comprar comida y el establecimiento cierra dentro de media hora.
Si no hubiese sido por la balda que tengo a mi izquierda, me habría caído redonda al suelo.
-¿Estás seguro de que era Elena?
-Claro, seré un poco cortito, pero de vista estoy perfectamente.
Empiezo a andar hacia delante, seguida de David que me mira como si estuviese loca. Dejo la cesta con los productos que iba a comprar en el suelo. Me canteo para mirar a David.
-¿Puedes disculparme? Tengo que marcharme.-me despido de David con un gesto de cabeza y cuando salgo a la calle marco el número de Luke casi de memoria. Mientras espero a que me coja el teléfono miro el cartel del centro y descubro que no cierra dentro de media hora, sino está abierto las veinticuatro horas.

-¿Estás segura de eso?-Luke y Connor están sentados en el sofá mientras yo camino haciendo círculos delante de ellos, olvidando que tengo una mesita a mi lado. Tengo las uñas tan cortas que me es imposible mordérmelas más. Estoy muy nerviosa.
-Me lo ha dicho-vuelvo a repetir cansada. Me dejo caer en el sillón con las manos en mi regazo y las uñas sangrando.
-Yo no me fiaría mucho de David Waters, todo el mundo dice que está majara.-Connor hace un gesto con el dedo para indicar que David está loco y después añade-: Pero no sería mala idea ir a investigar ¿verdad?
Me pongo en pie.
-Bien, pues vamos.
Luke se pone también en pie y extiende sus manos hacia mis hombros. Cuando me toca, siento que ya no estoy tan tensa y dejo escapar un suspiro.
-Alto, alto, alto… ¿A dónde tienes pensado ir tú? Te quedas en casa, que es donde más segura estás.-mi suspiro se transforma en una negativa y Luke casi sonríe-.Tienes que quedarte aquí, nosotros volveremos antes de que anochezca ¿de acuerdo? Connor se quedará contigo mientras Caden, Nate, Aubery y yo investigamos.
Me cruzo de hombros pero él no aparta sus manos de mis hombros.
-Pues vaya ayuda.
Luke se acerca a mí y me besa suavemente la frente, haciendo que todo mi enfado se transforme de repente, en un sentimiento de mariposas en el estómago. Connor carraspea a nuestro lado y Luke no se aparta, pero le hace un gesto con la mano para que se marche de la sala y después de unos segundos, se va derecho al baño con expresión cansada.
-Tener amigos para esto…-va diciendo.
Casi me río, pero en el fondo Connor me da pena. Luke, por otro lado parece no fijarse en otra cosa salvo en mí, con una mirada que me pone la carne de gallina, este es uno de esos momentos en los que me arrepiento de la promesa que le hice jurar antes de ayer a Sam, promesa de la que solamente ella sabe. Y así será.
Suena su teléfono, y él lo coge con expresión casi a regañadientes.
-Es Caden, tengo que irme.-Luke me da un apretón de mano y se marcha corriendo de casa. Me quedo sola. Connor aparece con un rollo de papel higiénico en su mano.
-¿Es que no tenéis más papel que este?

El aire es frío fuera, pero no es nada que un hombre lobo no pueda soportar. Porque eso es lo que soy: un hombre lobo. Siempre lo he sabido, ya que mi madre era una mujer lobo convertida, esto no ha resultado ningún bache en mi vida, salvo la mala leche que me entra de vez en cuando. Parece ser que todo el mundo cree que es normal, salvo mi padre. Desde que pasó todo nunca lo he vuelto a llamar “mi padre” sino por su nombre de pila: Charles. Él se enfadó tanto cuando al final le conté que yo también era como mi madre, que casi me corta la cabeza a la hora de la cena, después de eso no fui capaz de mirarlo a la cara. Siempre ha sido Caden el que mostraba tener más temperamento en casa, y yo fuera, por eso me vi obligado a irme a vivir con él; Caden es el que siempre me da la razón.
Me meto por un callejón estrecho por el que tengo que ir de lado, mientras el viento sopla tan fuerte que se cuela entre los huecos del muro de ladrillos. Si fuera quisquilloso pensaría que el viento sopla mucho más fuerte que los demás días. Cuando salgo del callejón empieza a llover de tal manera que en menos de tres minutos quedo calado hasta los huesos. Vale, ahora ya sé que todo esto no es por el cambio climático… los espíritus se están alzando, ya pronto se hará de noche y están deseando volver a la vida.
Pienso en Cali, no puedo evitarlo. Ella es la que más asustada debería estar y, sin embargo quería salir de casa para venir a buscar a Elena que es la portadora de todos los problemas que nos están pasando. Yo no querría ir si estuviese en su lugar, no sería capaz de verla y no pensar que por su culpa mi mundo se está desmoronando. Un pensamiento egoísta se cruza por mi mente: si nada de esto hubiese pasado yo no habría conocido a Cali. Recuerdo lo de ayer y una sonrisa tonta me ilumina el rostro, a pesar de la lluvia empiezo a tener calor.
-¿Por qué sonríes tanto? La lluvia no es divertida.-me giro en redondo para ver que Eric Hood está detrás de mí igual de empapado que yo. Su pelo rubio se pega a su frente y de sus pestañas caen gotitas, haciendo parecer que está llorando. Pero no es eso, parece divertido.
-¿Y tú por qué estás tan divertido? Vamos a inspeccionar una casa medio destruida, no al parque de Disneyland.
-Cuando vives tanto como yo, al final acabas acostumbrándote a que todo te parezca muy divertido-me hace una señal con la cabeza-.Creo que deberíamos ponernos en marcha.
Eric pasa por mi lado y no puedo evitar darme cuenta de que no huele a nada.
-Es cierto.-le digo-. ¿Cuántos años tienes en realidad?
-Podría mentirte y decir que tengo ciento ochenta, pero en realidad tengo doscientos.-se encoge de hombros-.No me gusta presumir.
Se me hace un nudo en el estómago al pensar en eso, este muchacho en realidad debería tener un pie ya podrido en la tumba. No digo nada, sino que andamos todo el rato en silencio. Los vampiros me ponen la piel de gallina con su rapidez (que también tenemos los hombres lobo) y sus pasos sigilosos como los de un gato.
Llegamos a la casa de Cali, que sigue igual de destrozada que antes. La puerta salida de sus goznes y en el suelo, la hierba sin podar y marcas de neumáticos en el suelo… en fin, en estos momentos no me quejaría ni aunque viviese en una caja de cartón.
-¿Entramos o mejor esperamos?-pregunta Eric.
-Entramos.
Que me llamen imprudente, pero no quiero esperar a coger a una bruja por sorpresa cuando se me presenta la oportunidad. Cuando lleguen los otros podría ser ya demasiado tarde.
Todo el interior está destrozado y hecho polvo. El aire huele a viejo y a madera, pero no es eso lo que me llama la atención. De la puerta que da al sótano parece venir una pequeña luz azul, tan potente que se vería desde un kilómetro, casi hasta puedo escuchar cómo brilla. Miro a Eric, que también parece haberlo visto y me hace un gesto de asentimiento. Por primera vez desde hace una luna llena, me transformo en mitad lobo, con las garras fuera y mis ojos amarillos. Mis colmillos se salen de mi boca, haciendo que quedan a la vista aunque tenga los labios juntos.
-Caray, ahora eres más feo que antes.-dice Eric. Por su tono de voz creo que lo está diciendo en broma, pero viniendo de alguien como él, me espero cualquier cosa. En estos momentos me entran de nuevo ganas de levantarme y pegarle un puñetazo en su nariz, pero un ruido sordo hace que se me pase.
Bajamos las escaleras del sótano lentamente y cuando llegamos abajo, me doy cuenta de que solamente es una linterna que posee una bombilla más que potente. Me entran ganas de agarrarla, pero cuando una sombra danza a nuestro alrededor, me caigo de las escaleras hacia atrás. Alguien me agarra del pie y tira de mí hacia el suelo, Eric me sigue de igual manera.
Cuando mi cabeza toca el suelo con un ruido, la luz se apaga. Si no llega a ser por mi visión de hombre lobo, no llegaría a ver que delante de mí no tengo más que una sombra aún más oscura que la oscuridad, si puede ser. La puerta se cierra y escucho sus pasos. No estoy demasiado seguro, pero suena como un humano.


NOTA: Sé que esto está muy descuidado desde hace unos meses y pido mil disculpas. Espero que os esté gustando, porque pronto se acerca el final. Me gustaría agradecerle toda la ayuda a una amiga, ya que nunca se lo he dicho,  que me ha estado ayudando y apoyando tanto con esta historia como con otras que espero poder publicar muy pronto. Que por cierto, es la escritora de PREDESTINADA :)

domingo, 3 de agosto de 2014

Capítulo 34

A la mañana siguiente me levanto a las dos de la tarde, con las voces de muchas personas amortiguadas por las paredes de fuerte hormigón. Me visto como siempre: camiseta ancha de manga larga y pantalones vaqueros. Tengo un sabor amargo en la boca, como el que una tiene cuando se acuesta llorando, que es lo que me ha pasado.
Todo esto es una sobreexplotación de sentimientos que no sé cómo controlar, Elena se ha hecho más fuerte ahora y solo falta un día: un puñetero día para que todo esto suceda.
Cuando me termino de peinar, salgo al salón haciendo que las voces se apaguen de repente y los ojos de los presentes solamente se fijen en mí.
-Oh, por favor continuad, es lo que siempre hacéis.-les digo con voz llena de veneno. Ahora estoy cabreada y no sé por qué. Todos me miran como si estuviese loca y eso no se lo discuto.
-¿Te lo pasaste bien ayer?-me pregunta Luke, pasando de estar asombrado a tremendamente arrogante
Apoya su brazo en el respaldo del sofá detrás de él y su ceja derecha se levanta levemente.
Abro el frigorífico como quien no quiere la cosa y saco una botella de leche y, cuando echo su contenido sobre un vaso, levanto la mirada y lo miro con desprecio.
-No más que todos vosotros, que se supone que debíais estar buscando a Elena, pero estabais aquí comiendo comida china.
-¿Estás insinuando algo?-pregunta Caden con aire de ofendido. Su mano pasa a estar sobre su pecho y sus cejas se arquean hacia arriba.
Niego con la cabeza y rizos de mi cabello caen sobre mis ojos.
-No lo insinúo. Lo digo-me encojo de hombros-. ¿Qué más da que Elena haya hecho un ritual para ser más poderosa? ¿Qué más da que ayer una sombra me atacase? ¿Qué más da nada, si ya sabemos que nos van a derrotar?
Aubery se pone en pie.
-Alto, fiera, ¿qué has dicho de qué hechizo?
-¿Y cómo que te atacó una sombra y no lo sabíamos?-pregunta también su novio, pero este se queda sentado con su cuerpo medio girado para verme la cara.
Sonrío.
-Con que ahora os preocupáis por mí. Bien…-les cuento todo lo que sucedió ayer, pasando por alto en dónde estaba cuando la sombra me atacó, pero sí relatando a la perfección lo que me dijo-.Y eso es todo, ahora ya podéis poneros de los nervios como siempre, yo me voy a dormir.
-¿Dormir? Son las dos de la tarde, tú te vas a entrenar.-Luke se pone en pie de un salto y se interpone entre la puerta del pasillo y yo. Sus manos intentan tocarme, pero me aparto con rapidez.
-No, ahora voy a entrenarme a mi manera. Necesito estar descansada para poder echar fuego y matar a las sombras.-digo con aire de superioridad.
Luke parece echar humo por las orejas.
-Oh, no.-Caden se pone en pie-.Otra vez no…
-¿Qué mierda pasa contigo? Desapareces así por así de la noche a la mañana y llegas a las tantas de la noche, te despiertas tarde y ni siquiera nos dices que has estado a punto de morir. ¿ESTAS LOCA?-su voz se calma un poco cuando me dice-: Cali, tienes que confiar en nosotros, sino nada de esto va a funcionar ahora en adelante.
-¿Adelante?-mi voz suena hueca y mi risa es amarga-.Ya no hay más adelante, Elena ha ganado y las sombras también. Se las ingeniarán para involucrarme, que es lo que siempre hacen los malos y vosotros tendréis el primer pase para ser destruidos. Lo mejor es que os marchéis ahora.
Luke suelta un suspiro y me agarra de la mano con tal fuerza que no soy capaz de soltarme de él. Me arrastra por medio del pasillo hasta su habitación, que es la siguiente a la mía y una vez allí cierra la puerta con cerrojo con su mano libre y cuando termina, me empotra contra ella para estar entre él y el pomo que tanto daño me hace a la espalda.
Luke levanta el dedo y me señala con él, su otra mano no afloja el agarre de mi muñeca. Creo que se está volviendo lila.
-Tú...-me dice con voz calmada. Sus ojos están que arden en llamaradas azules, creo que de rabia. Por un momento tengo ganas de gritarle, pero otra parte de mí está tan asustada por todo lo que me está pasando que le encantaría vivir el día que le queda entre sus brazos, aunque sea una sensación muy pequeña-.Debería gritarte, decirte que eres una estúpida, imprudente y malcriada que solamente piensa en sí misma y no confía en sus amigos; una chica dispuesta a morir por los demás aunque esté tan cabreada que prácticamente no sabe qué sentir… pero no puedo ¿vale? No puedo gritarte y no puedo dejarte y ver como mueres.
Su voz se ahoga y creo que de sus ojos salen lágrimas. ¿O son de los míos? Porque empiezo a ver borroso y su cara se ve difuminada.
-¿Sabes por qué?-me pregunta Luke, siguiendo con su discurso-.Porque te quiero, me haces tener dolores de cabeza que no sabía que existían, no sabía lo que sentía por ti hasta que no te vi y pensé que te habías ido para siempre… para siempre. Te quiero. No me importa que estés enfadada conmigo, porque que sientas eso significa que aún estás aquí y que tus ideas suicidas no han acabado contigo.
No digo nada simplemente porque no sé qué decir, Luke es el único que es capaz de derribar todos los muros que tengo a mí alrededor con unas simples palabras que harían tener a cualquiera, ganas de matarlo. Intento hablar, pero de mi boca no sale ningún sonido más que un gemido: sigo llorando. Luke se aparta con la expresión de quien le han pegado un bofetón, él se esperaba que dijera algo como que yo también lo quiero, pero no lo sé, no puedo permitirme hacerle esto cuando le hice prometer a Sam que mañana tendría que matarme si nada de esto salía bien.
Mi mente va por detrás que mis articulaciones. Luke está en la mitad de su cuarto, que está organizado de la misma forma que el mío, salvo porque él tiene pósteres en las paredes y una guitarra en la esquina izquierda, al lado de la ventana. Me acero a él casi corriendo y alargo los brazos para agarrarme a su camisa y darme el impulso que necesito y alcanzar sus labios entre todo este mar de confusión. Sus labios me reciben, suaves y cálidos como la última vez que ellos me besaron a mí, pero no es suavidad lo que yo busco ahora mismo. Las manos de Luke no pasan por mi pelo, sino que se agarran a mi cintura con dureza y me acercan a él todo el espacio que nos quedaba. No puedo decirle que le quiero, porque eso no lo sé, pero sé que siento algo por él que nunca antes había sentido por alguien.

Mis pasos suenan sobre las hojas mojadas, la nieve acaba de derretirse esta misma mañana y el sitio está más que resbaladizo en esta zona. Agarro de la mano a Aubery mientras nos encaminamos a la fosa de la ciudad, según Aubery este es el lugar en el que antiguamente quemaban a las brujas de la ciudad.
-Este debe ser el lugar ¿no?-la voz de Aubery parece buscar algo, como si de verdad estuviese desesperada-.Según lo que el espíritu le dijo a Cali, es “donde empezó todo”. Aquí fue en donde murieron ¿y si este lugar sirviera de reliquia para el hechizo? En nuestros hechizos siempre necesitamos algo de esas personas a las que queremos hechizar. Aquí seguramente estén sus rabias por morir, eso es lo que les hizo volver en un sentido y les hará volver mañana.
Todo lo que ella dice tiene sentido, aunque esté a punto de perder los estribos, seguramente porque Cali no parecía muy amable hace media hora, cuando desapareció con Luke. Después de eso Caden nos mandó a todos fuera de la casa, a buscar a Elena, que ahora parece ser mucho más poderosa de lo que ya era antes.
Mis manos se ponen en los hombros de Aubery y le ejerzo presión sobre ellos, para intentar calmarla lo máximo posible.
-¿Y si te calmas? Buscaremos tranquilamente, Caden y Connor están en el bosque, nosotros encontraremos…lo que sea que estemos buscando.
Aubery sonríe, pero es solo un momento, antes de revolverse y mirarme fijamente. Sus ojos están cristalinos, como si tuviese ganas de llorar, no la culpo. Sus labios se abren levemente.
-¿Crees que lo conseguiremos? Los espíritus son muy poderosos.
-Claro que sí.-le agarro la barbilla suavemente-.Nosotros tenemos a un escuadrón de cazadores, dos brujas y tres hombres lobo… y a Connor.
Eso parece hacerla sonreír. No me privo del mero hecho de no besarla, porque ya me moría de ganas por hacerlo. Sus labios al principio se quedan quietos, pero después se relajan y sus manos pasan a estar sobre mis hombros.
-Será mejor que busquemos.-digo entre beso y beso.
-Sí…
Me separo de ella, pero mis manos están sobre las de ella, ni en un momento he tenido el pensamiento de soltarla.
El lugar parece más que desierto y abandonado, con una “casa” o lo que quiera ser eso en la parte izquierda. Todo está rodeado por una verja metálica y a ambos lados de nosotros hay montones y montones de basura, ahora creo que esto se utiliza como un pequeño basurero. Lo ilógico es que no huele a mierda, sino que no huele a nada. Nos adentramos por medio de la chatarra de nuestra derecha. Aubery me suelta la mano para agacharse y tocar algo negro que hay en el suelo, parece gasolina seca.
-Sangre…-dice Aubery. Cuando lo dice agudizo mi olfato, es verdad que aquí apesta a sangre, es como estar en un matadero-.Es sangre de buja, lo sé por este color negro que solamente poseen algunos, por una herida o por envenenamiento…
Se levanta de un salto y corre hacia delante. La sigo inmediatamente y no me es difícil alcanzarla. Cuando me transformé en hombre lobo estaba siempre enfadado, ya fuera conmigo mismo o con los demás, siempre encontraba algún motivo para romper cosas y tirarlas por la ventana cargándome el cristal. Mis padres pensaron que era la fase rebelde de ser adolescente, porque ellos no saben que soy mitad lobo: y nunca lo sabrán.
-¡Mira esto!-Aubery señala al suelo, en donde hay mucha más sangre negra y un cuchillo con empuñadura de metal-.Aquí es donde se hizo el primer hechizo… y ahí están los hechizos.
Hay un papel debajo del cuchillo, con letras extrañas y símbolos más que raros.
-¿Qué significa?-pregunto señalando las palabras que hay escritas con tinta negra.
-Es el idioma de los brujos, mi madre me hizo aprendérmelo cuando tenía cuatro años, pero se me está pasando un poco.-se lo guarda en el bolsillo del abrigo y mira a todos lados-.Tenemos que irnos a casa ahora, Elena no habrá olvidado esto por casualidad, estará preparando todo esto para mañana.
Me empuja con ambas manos y juntos, salimos de nuevo de la fosa y, a medida que lo hacemos, siento que la sensación de frío y de muerte me acecha por las espaldas.

-¿Para qué vamos a venir aquí si ya están de nuestro lado?-Connor vuelve a ponerse pesado con el tema de que yo quiera venir a hablar con los cazadores. sus ojos se salen prácticamente de sus órbitas y sus manos no paran de darme golpecitos sobre mi brazo. Connor me cae bien, pero se pone pesado muchísimas veces.
-No personalmente.
Es lo último que decimos antes de que la puerta se abra y el señor Smith, con expresión de cabreo, nos reciba como si nada. Puedo oler a alcohol en él, y a metal: lleva cuchillos y dagas encima. Su expresión interrogante es más que suficiente para decirme que no nos esperaba, sobre todo a mí.
-¿El señorito Hamilton en persona? Siempre pensé que uno de los dos vendría a pedir clemencia por algo, pero no tú Caden, no tú.
-Ya, dejemos atrás la lista de accidentes que mi hermano ha causado en el pasado.-señalo con una mano dentro de la casa-. ¿Podría permitirme pasar… a los dos?
Connor alza la mano en forma de saludo y una sonrisa se dibuja sobre su rostro, pero la borra cuando el señor Smith lo mira con expresión de pocos amigos.
-Sabes que voy cargado hasta el tope además de tener un arsenal de armas en mi sótano, dame una razón de imprudencia y todas irán en contra de los dos.
-Yo solo quería ir a por comida-se queja Connor cuando pasa al interior de la casa.
Nos quedamos de pie en la entrada, con un espejo a mi derecha que refleja mi figura nada cómoda y segura como aparento estar más de una vez. Me cruzo de brazos y obligo a mi cara volverse más dura.
-¿Y a qué se debe vuestra visita?-el señor Smith abre sus brazos y su sonrisa se vuelve amarga, no me parece el mismo que vi el otro día obligando a sus amigos a no matar a Cali.
-Quiero que se unan a nosotros.-le digo.
-¿Acaso no lo estamos ya?
Carraspeo nervioso.
-No en esto (que es lo principal ahora) sino para siempre, no quiero seguir teniendo disputas entre nuestras especies, aunque creamos que somos amigos, somos de los que nos apuñalamos por la espalda-me pongo más nervioso aún y cambio mi postura y apoyarme en el otro pie-. Luchad con nosotros y prometo ser vuestro aliado.
-¿Contra qué?-el señor Smith ahora parece sorprendido, aunque no quiera admitirlo.
-Contra los peligros de verdad, no con perseguir a hombres lobo que se muerden unos a otros ni con vampiros que matan a personas sin querer por tener más hambre de lo habitual…no. Cosas como estas, como las que están a punto de suceder.
Esta idea me parecía mejor en mi mente, ya que ahí las palabras no están tan desordenadas como las he colocado hace un momento. Incluso Connor, que ya sabía a qué venía, se queda con la boca abierta.
-¿Pretende ser nuestro aliado, Hamilton?-pregunta el señor Smith.
-Pretendo ser vuestro amigo, ayudaros en las misiones que tengáis de alto peligro y demostrar que no somos nosotros los animales aquí.
El señor Smith se pone la mano bajo la barbilla y parece pensárselo un momento. Miro a Connor de reojo que se está mordiendo las uñas más que incómodo.
-Tienes que estar muy loco para venir aquí y pedirme esto, muchacho-me dice medio sonriendo-. Pero… está bien.

Connor suelta un grito de triunfo y se calla cuando el señor Smith y yo mismo le lanzamos una mirada de reproche. Cuando mi mano se cierra alrededor de la de mi nuevo aliado, la sensación de frío y de soledad ya me abandonan, como si esto fuese lo primero que debería haber hecho desde hace mucho tiempo. 



PD: Siento mucho la tardanza. Y espero que estéis disfrutando los capítulos porque pronto llegará al final.

martes, 24 de junio de 2014

Capítulo 33

Vuelvo a probar en llamar a la puerta de Cali, que lleva encerrada desde ayer en su habitación. No quería decir lo que le dije, pero estaba cabreado de que no hubiese confiado en nosotros y me hubiese mentido así como lo hizo, además de que se fue a un lugar infectado de vampiros y podría haber muerto. ¿Es que no sabe que lo hago para protegerla?
Ninguna voz me responde, ni siquiera sé que no se haya marchado de nuevo como lo hizo el otro día.
Le pego una patada a la puerta ya rota y esta cae al suelo haciendo un sonido sordo cuando choca contra él. Entro y subo la persiana para descubrir que la cama está hecha y no hay indicios de que nadie haya pasado aquí la noche. El cuarto de baño también está vacío.
Me enfado: me enfado mucho. Le doy otra patada a la puerta ya en el suelo. Mi hermano aparece con la toalla de ducha alrededor de la cintura y gotas de agua todavía sobre su pelo negro mojado. Por cualquier sitio por donde pasa queda una huella de su pie de agua.
-Un momento, ¿qué le ha pasado a la puerta?

-Gracias por ayudarme.-le digo a Sam de nuevo. Ya van quince veces desde que hemos salido de su casa.
Esta mañana me he levantado muy temprano para venir a su casa. No he querido entrenar hoy con Luke ni con Caden porque aún estoy enfadada y no quiero que nada se me descontrole en el interior, sobre todo con los días que cada vez están más y más cerca; pronto o serán las sombras las que resuciten o será mi poder del fuego. Por eso ahora me he vuelto a poner los guantes, ya que esta mañana he tenido otro de esos percances míos que tuve al principio, como quemar un contenedor de basura al ir a casa de Sam.
Ella se encoge de hombros. Está vestida con unas mallas negras ajustadas y una camiseta de tirantes que deja ver su pecho lleno de sudor subir y bajar con rapidez.
-Yo también tengo que empezar, hace tiempo que no corría así.-suelta un suspiro y se echa la coleta hacia atrás-. ¡Dios mío! Nos hemos recorrido más de la mitad en cuatro horas, es todo un récord.
Miro a nuestro alrededor, estamos en el interior del bosque en donde los árboles descansan más juntos y el suelo es prácticamente un lugar peligroso por el que caminar, ya que casi todo son raíces de los árboles.
-¿Qué te pareces si andamos un poco?-le pregunto.
-Me parece bien.
Nos ponemos hombro con hombro mientras levantamos los pies para saltar un tronco tumbado en el suelo.
-¿Es verdad todo eso que dicen, es bueno huir de tus problemas?-Sam me mira de reojo.
Sus ojos azules la delatan, sigue siendo la misma chica cotilla que era cuando actuaba a ser la típica adolescente normal que no tiene un arsenal de armas escondidas en su sótano y debajo de su almohada.
-Sí si así puedes salvar a algunos.-me encojo de hombros-.Ayer se enteraron de todo, no sé cómo, pero lo hicieron. Cuando me enfado soy como una antorcha humana y no quiero hacerles daño, aunque haya alguno que se lo merezca.
Sam se ríe.
-¿Y todo esto sigue en pie? Porque mi padre ya ha pedido arsenal como para matar a todo ser sobrenatural de esta ciudad.
-Pues que tenga cuidado porque si no la población se quedará en nada.-bromeo, aunque sé que es cierto y eso me duele.
Seguimos caminando casi todo el tiempo en silencio, eso es lo bueno de la Sam de verdad, que no es tan pedante como aparenta ser. Ella es callada y parece no meterse mucho en tus problemas ajenos, como si ella no tuviese sus verdaderos problemas.
-Oye, cuando he ido a tu casa esta mañana ¿es que tú no duermes?-le pregunto casi riéndome, he ido a su casa a las seis de la mañana, y ya estaba vestida y desayunada.
-Los cazadores somos gente madrugadora, es nuestro trabajo-me explica-, algunos casi ni duermen por estar todo el día patrullando. Nosotros tuvimos uno en nuestro grupo.
-¿Tuvisteis?
Sam asiente.
-Sí, su hijo lo tuvo que ingresar en un hospital para que lo cuidaran, ahora es él el que está con nosotros, creo que se llama Sturad.
-Stuart.
Stuart es ese muchacho tan simpático que conocí cuando fui a casa de Sam para que su grupo de cazadores accedieran a venir con nosotros en la lucha contra las sombras, él no parecía muy a la favor de los cazadores pero según me dijo, le encantó esta idea de participar y reavivar la chispa de nuevo.
-Es lo que he dicho.-replica Sam.
Pongo los ojos en blanco. Miro de nuevo a mi alrededor, el aire empieza a oler a podrido y me lloran hasta los ojos. Sam parece notar lo mismo porque sus manos  pasan a estar sobre su nariz y se la tapa, haciendo que su voz, cuando hable, suene muy estúpida.
-¿Pero qué es ese olor?
-No lo sé, pero huele que apesta.
Nos acercamos a un lugar en el que no hay árboles, ni siquiera la hierba es fresca ya que está amarilla y pelada. En el centro del descampado hay ropa: mucha ropa, o eso es lo que creo.
-¿Qué mierda es esta?-pregunta a Sam a nadie en especial.
La dejo ahí plantada mientras me acerco hasta la ropa del suelo, que parece ser la fuente de ese olor asqueroso. Me agacho y extiendo la mano hacia una de las telas negras que hay en el suelo y cuando la agarro noto como pesa.
Me caigo al suelo y pego un grito de terror, no son solo ropas, sino que también son personas…
…personas muertas. Son cuatro puertos: dos mujeres y dos hombres. Sus ojos están abiertos de terror y sus bocas están levemente abiertas, como si esta expresión hubiese sido la de antes de morir.
Me echo hacia atrás dando patadas a una fuerza invisible cuando Sam me agarra de los hombros y hace que me cantee para no mirar más los cuerpos muertos.
-Shhh, está bien…-sus ojos están pendientes a los cuerpos-.Ahora vuelvo, ¿vale?
La veo acercarse a los cuerpos y poner sus manos sobre ellos, uno por uno. Cuando vuelve hacia mí, su expresión está rígida y su piel blanca como la leche. Me agarra del hombro y me clava las uñas, me obliga a ponerme en pie y a andar en dirección contraria.
-Son…son de las cuatro especies: vampiro, hombre lobo, brujo y humano.-su voz resulta apagada-.Esto no lo han hecho sin querer, alguien ha tenido que hacerlo para algún fin…
Ya sé por dónde van los tiros.
-¿Crees que…?
…que Elena ha asesinado a estas personas para llevar a cabo el hechizo de invocar a las sombras que se llevará a cabo dentro de tres días.

-¿Se puede saber qué estás buscando? Así yo también te ayudaría a buscarlo y no montar tanto jaleo.
Sam me ignora por completo y sigue buscando en los cajones del mueble de su salón. Hay montones de cosas dentro de él que ahora tiene Sam a su alrededor: desde una jarra de plata hasta una muñeca sin cabeza de plástico (supongo que la muñeca de Sam de pequeña, aunque ¿ella jugaba con muñecas? Yo pensé que se divertía clavándole un cuchillo a algo). Me siento en el sofá y espero a que ella se rinda o me diga algo; mientras pongo los pies sobre la mesa y me quedo contemplando el techo, pensativa y recordando el olor a muerto del bosque y los tres cadáveres de las cuatro personas de él. Eso ha tenido que hacerlo una persona que sabía lo que hacía, no un accidente.
-¡AQUÍ ESTÁ!-Sam se pone en pie con un libro gris lleno de polvo que puede tener más de mil páginas. Se nota que es antiguo, sobre todo por las páginas; de un color amarillo que casi parece que al tocarlas puedan hacerse ceniza sobre tus dedos. Por otro lado, Sam pasa las páginas como nada, tan rápido que no sé cómo se entera de lo que está leyendo.
>>Tiene que estar por aquí… ¡Ajá! No, espera, esto es sobre cómo hacer el anillo de un vampiro…-vuelve a pasar las páginas-.Ahora sí… ¡Aquí está!
Me aparta los pies de la mesa con un empujón y estoy a punto de caerme al suelo. Sam se pone a mi lado y deja el libro sobre la mesa, ahí extiende el brazo para señalarme la primera página, la otra tiene un dibujo de una luna, un caldero y un cuchillo… no sé qué quiere decir.
-<<El hechizo de “Sacrificio” es el más utilizado entre los brujos hoy en día, también allí por los siglos diecisiete y dieciocho-lee Sam en voz alta-.Su poder es tal, que es capaz de hacer que el que lo utilice tenga la fuerza de la gente que mata, así usando su sangre y mezclándolo con una de las reliquias de la persona que lo hace. No tiene por qué ser otro brujo, puede ser otro tipo de raza (como vampiro, hombre lobo y cazador), la de humano es tan inútil que no es necesario matarlos. >>
-¿Quieres decir que las han matado para hacer un hechizo y ser más poderoso?
Sam asiente y se echa hacia atrás, casi hundiéndose en el sofá de cuero negro. Su tez es blanca como la leche y sus ojos azules resaltan más sobre su rostro de niña pequeña que tiene, haciéndole parecer más delicada; aunque claro, ella es una cazadora.
-Y me apostaría mi marca que ha sido Elena, ella necesita la fuerza suficiente para poder hacer el siguiente hechizo de resucitar a los espíritus.
-Pero eso significaría que ya están dando por supuesto que voy a acceder a hacerlo yo también.-digo a media voz.
-¿Es que no te das cuenta?-la voz de Sam es dura-.Desde que viniste aquí sabían que ibas a acceder a voluntad o por fuerza. Van a conseguir que lo hagas, pero nosotros estaremos preparados.
Me hundo en el sofá a su lado.
-Debería ser yo la que muera.-digo con voz apagada-.Ahora ya no necesitamos buscar a Elena, ella podría matar a cualquiera, necesito ser yo la que muera.
Sam no dice nada, sino que se queda mirando a ningún punto en especial con la expresión cansada.
-Necesito que me hagas ese favor Sam.-le insisto canteándome para verle mejor la cara-.Necesito que me jures que si no sale bien, serás tú la que me mate.
-Debería decirte que no, pero yo haría lo mismo en tu lugar: prefiero que muera una persona a miles de ellas.
Suelto un largo suspiro.
-Gracias.

Cuando salgo de casa de Sam no sé a dónde voy, pero sé que no quiero entrar aún en casa para que Luke, Caden y los demás me digan que lo que he hecho es una imprudencia, ya tengo mal sabor de boca por todo lo que está pasando a mi alrededor, no quiero tener que contárselo. Ellos no se van a enterar del trato que he hecho con Sam, nadie debe saber que voy a morir.
La idea de morir me resulta escalofriante, como tocar con los dedos la fría hoja de la empuñadura que te atacará dentro de poco; todo el mundo sabe que cuando naces, algún día llegará tu fin, pero es algo imprevisto, nadie sabe que morirá el día menos pensado: yo sí.
Me entra un escalofrío cuando el frío empieza a alzarse de una manera tan extraña, que creo que no estoy sola. Alzo mi cabeza para ver, con pura sorpresa, que estoy delante de mi casa: mi verdadera casa. Ni la de Caden, ni la de Londres, esta sí que es mi verdadera casa. La puerta está en el suelo y el jardín está mal cuidado por los días sin cortarlo, con trozos de neumáticos sobre la tierra. Subo los escalones de la entrada y descubro que todo está más roto que cuando me fui por última vez, como si alguien o “algo” hubiesen venido después.
Entro en la casa y descubro que no hay nada más que escombros de madera rota y cristales que crujen cuando las pisas. Miro dentro de la cocina donde el frigorífico está tumbado en el suelo y el microondas hecho añicos. En el salón todo está igual que antes, salvo por que las cosas que había en los cajones ahora están abiertos y las cosas tiradas por donde quiera que miras.
Suelto un suspiro y por un momento me entran ganas de llorar y de destrozar más las cosas rotas que hay por aquí. Es solo un momento, porque después escucho un ruido sordo procedente de la casa: del sótano, siendo más específicos. No sé si es porque hace apenas dos días estuve en un lugar infectado de vampiros y ahora estoy más sensible que nunca, pero voy corriendo a la cocina y cojo uno de los cuchillos que hay tirados en el suelo. Después, abro el picaporte de la puerta del sótano y trago saliva cuando veo las escaleras que dan hacia el agujero negro que tanto odio.
La luz solamente da hasta la mitad de las escaleras así que la otra mitad voy a oscuras y en silencio. Cuando llego abajo busco a tientas el interruptor de la luz. Cuando la sala se ilumina, ahogo un grito y el cuchillo se me cae de la mano. Una sombra se alza sobre mí y me caigo al suelo para ver sus ojos azules con un matiz de furia. Me da un golpe en la cara y siento un escozor en la mejilla. Intento alcanzarla yo con mis manos pero nunca llego a tocarla, porque se desvanece para aparecer de nuevo sobre las escaleras. No tiene boca, pero noto como se ríe de mí.
-Spirit estúpida, Ignis era más astuta que tú, aunque nos abandonó. Tú no harás lo mismo, solo faltan tres días para que pueda volver a la vida y así lo haré, ¿de acuerdo? Donde pasó todo, ahí haremos el ritual… donde pasó todo.
La sobra desaparece y me quedo sola con la respiración agitada. Me vuelvo a poner en pie y mis manos se cierran sobre la empuñadura del cuchillo frío y metálico. Miro a mi alrededor por si otra sombra se abalanza sobre mí. Pero solamente encuentro cajas de cartón. No sabía que aquí había cajas como esas, aunque supongo que son las que guardan la comida que Elena escondía de Chris…
Me acerco a ellas aun echando un vistazo a mi alrededor y las tiro al suelo para mirar en su interior. Están cerradas por celofán, pero las abro igualmente con el cuchillo que tengo en mi mano. En estos momentos me recuerdo a un personaje de alguna película…
…abriendo una caja llena de armas. Armas como espadas, cuchillos y pistolas, hasta con municiones de balas; pero no son las normales, son de madera y de plata, después están las que creo que son para los humanos. Saco todo el arsenal y en el interior descubro que está el nombre de mi padre, escrito con su puño y letra.

lunes, 23 de junio de 2014

Capítulo 32

Dejo el vaso de agua sobre la mesa y me siento en el sillón al lado del señor James, que parece muy tranquilo a pesar de tenernos a Connor y a mí en ascuas.
Connor no deja de pasarse las manos por sus pantalones, nervioso. Me lanza miradas de vez en cuando y vuelve sus ojos al señor James de nuevo, acusándolo por no haber dicho nada desde que entró en casa.
-¿Cuánto tiempo hace que lo sabes, Cali?-el señor James por fin habla, pero no es lo que me imaginaba que iba a decir.
Empiezo a tartamudear, pero no sé a qué se refiere.
-De lo que eres.-me responde el orientador.
-Desde hace pocas semanas, ¿cómo lo sabe usted?
Me inclino hacia delante porque estar sentada tan recta hace que me duela toda la espalda. Connor también parece hacer lo mismo que yo y ambos miramos al señor James a los ojos. Él no parece notarlo.
-Iba con tus padres al instituto ¿sabes? Casi se puede decir que tu madre y yo éramos uña y carne.
-¿Es usted un brujo?-pregunta Connor.
El señor James sonríe.
-Así es, uno de los más influyentes si se puede decir.-suspira-.Pero no es a por mí por lo que he venido a hablar, sino por ti, Cali.
Vuelvo a balbucear.
-¿Por mí, por qué?
-Tú tío está preocupado por ti y me ha mandado para venir a verte, le prometiste que le llamarías todos los días y no lo han hecho ni una sola vez.
-¿Es usted el amigo de Chris? Pero yo pensé que vivía aquí.
El señor James vuelve a sonreír y se bebe de un trago el resto del agua que quedaba en el vaso. Quiero preguntarme muchas más cosas, pero mi cerebro va procesando toda la información.
-No vivo aquí, estaría loco si lo hiciese (sin ofender), pero me encanta trabajar aquí, ya que puedo ayudar a cualquiera.-deja el vaso sobre la mesa y vuelve a decir-: ¿Por qué no lo llamas? Tu tío está que se sube por las paredes, puede ser que yo también esté anticuado, pero creo que una llamada no va arruinarte.
-No he podido en todo este tiempo.-miento.
-Soy psicólogo, ¿de verdad crees que no sé cuándo mientes?
Suelto un suspiro.
-Bien, no quería hacerle sentir peor ¿vale? Él ya ha sufrido bastante como para que se entere de todo lo que está sucediendo.
-¿Y qué es lo que está sucediendo?
Miro a Connor que asiente con la cabeza. Le cuando al señor James todo, desde que las sombras han estado persiguiéndome hasta que necesitamos encontrar a Elena para que todo esto termine. Cuando termino de contárselo, no puedo parar de pensar en el último día que lo vi, en su oficina, hablando por teléfono.
-Ahora que sabes todo, ¿quién es Cameron? Usted sabía lo que yo era, pero no me lo dijo.
-A eso me refería con un de los brujos más influyente, yo y otros brujos u seres sobrenaturales somos los profesores de un instituto en donde se enseñan a controlar tus poderes. Cameron es el director de ese instituto.
Empiezo a pensar en ir a ese instituto, en que mucha gente me ayudaría a centrarme en controlar mis poderes, debería estar bien para variar. A pesar de que Connor me ha confirmado que yo tango una ayuda especial por parte de algo que me hace controlarme, aunque sea tarde.
-¿Y ha venido solo a decirme por qué no llamo a mi tío?
El señor James arquea una ceja.
-Eres muy lista Cali, ya sé a quién sales. He venido a deciros que estoy con vosotros, lucharé a vuestro lado en esta lucha.
Connor casi se cae al suelo cuando escucha eso.
-¿De verdad?
-¿Piensas que estoy mintiendo después de hacer ciento cincuenta kilómetros, chico?
Yo también me quedo pillada cuando le escucho decir que él luchará con nosotros.
-¿Qué podes tiene usted, si puedo preguntárselo?
El señor James niega con la cabeza.
-No tengo ninguno, solo poseo la capacidad de hacer hechizos y demás. Le pasa a muchos, no es de extrañar.
En estos momentos, no sé si el señor James me da envidia o me siento afortunada de mi poder.

Connor está tumbado en el sofá con los ojos fijos en las vigas del techo. Su pecho sube y baja suavemente y eso es lo único que me indica que está vivo, ya que sus ojos ni se mueven ni un milímetro. Su mano está en su frente y se la frota levemente con expresión cansada.
Yo estoy sentada en el sillón, con la barbilla apoyada en las rodillas abrazadas por mis manos. Ni siquiera me he levantado a despedir a nuestro orientador del instituto, me he quedado congelada.
La puerta se abre con un ruido y choca contra la pared de lo fuerte que la han empujado. Connor y yo nos ponemos en pie como si nos hubiesen tirado un cubo de agua fría. Luke y Caden aparecen y el primero no tiene tan buena cara.
-¿Qué pasa?-pregunta Connor.
Caden se adelanta y lo coge del brazo.
-¡Es que no pensabas contárnoslo!-grita Luke en esos momentos. Está andando en círculos con la misma expresión que un psicópata. Me mira a los ojos y me siento en el sillón asustada.
-Oye Connor, ¿no nos están llamando?-Caden empieza a retroceder lentamente con los ojos fijos en su hermano.
Connor se va corriendo y antes de desaparecer dice:
-Sí. Yo creo que sí.
La puerta se cierra detrás de Caden que, antes de irse me hace un gesto con el dedo gordo alzado. Creo que me estaba intentado dar buena suerte. Yo solo puedo pensar que son unos cobardes al dejarme aquí sola comiéndome todo el marrón; aunque, mirándolo de otro modo es todo mi culpa, yo sabía que se iba a poner así.
-¿Vas a contestar?-me pregunta Luke con el mismo tono que antes.
-¿Qué quieres que te diga? Ya lo sabes, sino te lo he dicho habrá sido por algo. Mírate, estás hecho una furia.
Me pongo en pie y me cruzo de brazos, estar sentada me hace parecer más débil.
Luke descuelga el saco de boxeo con una sola mano y lo tira al suelo como si fuese un simple saco vacío.
-¿Cómo quieres que no lo esté? Cali, me prometiste que no lo harías.
-Pero es que necesitábamos ayuda ¿vale? Y ellos han accedido, desgraciadamente no los vampiros. Pero una ayuda es una ayuda.
Si antes Luke estaba enfadado, ahora es él el que echa fuego por las orejas.
-¿Fuiste a hablar con los vampiros? ¿Pero tú estás loca?
Me echo hacia atrás y agradezco que entre nosotros haya un sofá.
-Eso es otra cosa, no me lo eches en cara. El caso es que gracias a mí los cazadores van a ayudarnos, ¿no es eso lo que cuenta?
-No, lo que cuenta es que actuaste a nuestras espaldas. No confías en nosotros, eso hace que te expongas a ti o a nosotros en peligro, como si no tuviésemos los recursos suficientes.
-¿Me estás llamando irresponsable?-mis ojos tienen ganas de llorar, pero sé que no es por tristeza sino por impotencia a no saber cómo defenderme. Ahora me acuerdo del otro día en la azotea; sus manos sobre mi cintura… eso ahora queda muy lejos.
-No es eso lo que estaba intentando explicarte-dice Luke como si se hubiese dado cuenta ahora-.El caso es otro, Cali.
-No, el caso es que vosotros sabíais lo que me pasaba desde el principio y dejasteis que creyera que me estaba volviendo loca, ¡os estabais burlando de mí! Y no digas nada irresponsable, porque tu segundo nombre es ese.
Luke se acerca a mí y sus manos quieren tocarme, pero me aparto corriendo y me pongo entre la puerta del pasillo y el sofá, ya con las lágrimas a medio camino.
-No, ahora vas a escucharme. No entiendo cómo puedes hacer esto, ni siquiera cómo tienes el valor de hacerme esto, primero tú me besas y después me tratas como si fuese tonta, vuelves a besarme y ahora me gritas por intentar salvar nuestras vidas. ¡Porque es lo que estaba haciendo! Decide qué quieres, porque esto se está acabando.

-¿Qué es eso?-le pregunto a Eric cuando llegamos al claro del bosque. Estamos en una nueva zona que no hemos rebuscado antes, al lado de un río en donde el agua corre deprisa y sin rumbo, libre.
Eric está agazapado como un león en la hierba aún congelada por culpa de la nieve, los momentos de frío son los peores para cazar, si tienes que hacerla. Te impide correr rápido, ser sigiloso además de hacer un frío de la leche. Por eso me encantan los seres sobrenaturales, sobre todo los vampiros; viven para siempre y, su único precio es que no puedes ver la luz del sol y solamente te alimentas de sangre.
-Creo que es sangre, pero está más que seca.-se pone en pie y se restriega las manos en los pantalones. Se cantea a mirarme y me saca sus siempre sonrisas que tiene para mí, es una de las cosas que no me canso de ver, me considero egoísta por ello.
-¿Sangre?-repito-. ¿Sabes de qué es?
-No estoy seguro, puede que de un humano pero podría ser también de animal, no lo sé.
Me acerco a él y le tiendo una mano, él me la coge sin pensárselo y empezamos a caminar al lado del río colina arriba.
-¿Qué crees que pasará?-le pregunto a Eric después de un rato. Seguimos agarrados de la mano y seguimos caminando, más por descansar que por buscar a la bruja, Elena-.Si todo esto sale mal… ¿crees que seremos capaces de arreglarlo?
-No lo sé. Puede que no, que estemos ya condenados y nuestro tiempo libre lo estamos desperdiciando-se ríe-.Es solo una broma, no me mires con esa cara. Sí, seremos capaces de arreglarlo todo, eso es a lo que nos dedicamos ahora ¿no?
Asiento pensativamente mientras miro detrás de nosotros, hacia el río que parece no tener final.
-¿Cuándo recibirás tu marca?-me pregunta Eric pasándome la mano por el hombro y acercándome más a él. Nos paramos en seco y me cantea para mirarlo a la cara. No soy bajita y eso me gusta, por eso hay veces que me pongo tacones, para ser igual de alta que los hombres y así tener la misma autoridad (más o menos).
-Puede que mañana o pasado… no lo sé.-me arremango la camiseta del brazo izquierdo y señalo la parte del antebrazo que se une al codo-.Aquí, es donde la tenía mi abuela. Será solo una marca, depende de en qué grupo de cazadores esté será diferente.
-Marcada con tinta negra.
Asiento despacio.
-Se está haciendo de noche-me dice Eric-. Será mejor que nos marchemos cuanto antes de aquí, este sitio no me da muy buena espina.