Vuelvo a probar en llamar a la puerta de Cali, que
lleva encerrada desde ayer en su habitación. No quería decir lo que le dije,
pero estaba cabreado de que no hubiese confiado en nosotros y me hubiese
mentido así como lo hizo, además de que se fue a un lugar infectado de vampiros
y podría haber muerto. ¿Es que no sabe que lo hago para protegerla?
Ninguna voz me responde, ni siquiera sé que no se haya
marchado de nuevo como lo hizo el otro día.
Le pego una patada a la puerta ya rota y esta cae al
suelo haciendo un sonido sordo cuando choca contra él. Entro y subo la persiana
para descubrir que la cama está hecha y no hay indicios de que nadie haya
pasado aquí la noche. El cuarto de baño también está vacío.
Me enfado: me enfado mucho. Le doy otra patada a la
puerta ya en el suelo. Mi hermano aparece con la toalla de ducha alrededor de
la cintura y gotas de agua todavía sobre su pelo negro mojado. Por cualquier
sitio por donde pasa queda una huella de su pie de agua.
-Un momento, ¿qué le ha pasado a la puerta?
-Gracias por ayudarme.-le digo a Sam de nuevo. Ya van
quince veces desde que hemos salido de su casa.
Esta mañana me he levantado muy temprano para venir a
su casa. No he querido entrenar hoy con Luke ni con Caden porque aún estoy
enfadada y no quiero que nada se me descontrole en el interior, sobre todo con
los días que cada vez están más y más cerca; pronto o serán las sombras las que
resuciten o será mi poder del fuego. Por eso ahora me he vuelto a poner los
guantes, ya que esta mañana he tenido otro de esos percances míos que tuve al
principio, como quemar un contenedor de basura al ir a casa de Sam.
Ella se encoge de hombros. Está vestida con unas
mallas negras ajustadas y una camiseta de tirantes que deja ver su pecho lleno
de sudor subir y bajar con rapidez.
-Yo también tengo que empezar, hace tiempo que no
corría así.-suelta un suspiro y se echa la coleta hacia atrás-. ¡Dios mío! Nos
hemos recorrido más de la mitad en cuatro horas, es todo un récord.
Miro a nuestro alrededor, estamos en el interior del
bosque en donde los árboles descansan más juntos y el suelo es prácticamente un
lugar peligroso por el que caminar, ya que casi todo son raíces de los árboles.
-¿Qué te pareces si andamos un poco?-le pregunto.
-Me parece bien.
Nos ponemos hombro con hombro mientras levantamos los
pies para saltar un tronco tumbado en el suelo.
-¿Es verdad todo eso que dicen, es bueno huir de tus
problemas?-Sam me mira de reojo.
Sus ojos azules la delatan, sigue siendo la misma
chica cotilla que era cuando actuaba a ser la típica adolescente normal que no
tiene un arsenal de armas escondidas en su sótano y debajo de su almohada.
-Sí si así puedes salvar a algunos.-me encojo de
hombros-.Ayer se enteraron de todo, no sé cómo, pero lo hicieron. Cuando me
enfado soy como una antorcha humana y no quiero hacerles daño, aunque haya
alguno que se lo merezca.
Sam se ríe.
-¿Y todo esto sigue en pie? Porque mi padre ya ha
pedido arsenal como para matar a todo ser sobrenatural de esta ciudad.
-Pues que tenga cuidado porque si no la población se
quedará en nada.-bromeo, aunque sé que es cierto y eso me duele.
Seguimos caminando casi todo el tiempo en silencio,
eso es lo bueno de la Sam de verdad, que no es tan pedante como aparenta ser.
Ella es callada y parece no meterse mucho en tus problemas ajenos, como si ella
no tuviese sus verdaderos problemas.
-Oye, cuando he ido a tu casa esta mañana ¿es que tú
no duermes?-le pregunto casi riéndome, he ido a su casa a las seis de la mañana,
y ya estaba vestida y desayunada.
-Los cazadores somos gente madrugadora, es nuestro
trabajo-me explica-, algunos casi ni duermen por estar todo el día patrullando.
Nosotros tuvimos uno en nuestro grupo.
-¿Tuvisteis?
Sam asiente.
-Sí, su hijo lo tuvo que ingresar en un hospital para
que lo cuidaran, ahora es él el que está con nosotros, creo que se llama
Sturad.
-Stuart.
Stuart es ese muchacho tan simpático que conocí cuando
fui a casa de Sam para que su grupo de cazadores accedieran a venir con
nosotros en la lucha contra las sombras, él no parecía muy a la favor de los
cazadores pero según me dijo, le encantó esta idea de participar y reavivar la
chispa de nuevo.
-Es lo que he dicho.-replica Sam.
Pongo los ojos en blanco. Miro de nuevo a mi
alrededor, el aire empieza a oler a podrido y me lloran hasta los ojos. Sam
parece notar lo mismo porque sus manos
pasan a estar sobre su nariz y se la tapa, haciendo que su voz, cuando
hable, suene muy estúpida.
-¿Pero qué es ese olor?
-No lo sé, pero huele que apesta.
Nos acercamos a un lugar en el que no hay árboles, ni
siquiera la hierba es fresca ya que está amarilla y pelada. En el centro del
descampado hay ropa: mucha ropa, o eso es lo que creo.
-¿Qué mierda es esta?-pregunta a Sam a nadie en
especial.
La dejo ahí plantada mientras me acerco hasta la ropa
del suelo, que parece ser la fuente de ese olor asqueroso. Me agacho y extiendo
la mano hacia una de las telas negras que hay en el suelo y cuando la agarro
noto como pesa.
Me caigo al suelo y pego un grito de terror, no son
solo ropas, sino que también son personas…
…personas muertas. Son cuatro puertos: dos mujeres y
dos hombres. Sus ojos están abiertos de terror y sus bocas están levemente
abiertas, como si esta expresión hubiese sido la de antes de morir.
Me echo hacia atrás dando patadas a una fuerza
invisible cuando Sam me agarra de los hombros y hace que me cantee para no
mirar más los cuerpos muertos.
-Shhh, está bien…-sus ojos están pendientes a los
cuerpos-.Ahora vuelvo, ¿vale?
La veo acercarse a los cuerpos y poner sus manos sobre
ellos, uno por uno. Cuando vuelve hacia mí, su expresión está rígida y su piel
blanca como la leche. Me agarra del hombro y me clava las uñas, me obliga a
ponerme en pie y a andar en dirección contraria.
-Son…son de las cuatro especies: vampiro, hombre lobo,
brujo y humano.-su voz resulta apagada-.Esto no lo han hecho sin querer,
alguien ha tenido que hacerlo para algún fin…
Ya sé por dónde van los tiros.
-¿Crees que…?
…que Elena ha asesinado a estas personas para llevar a
cabo el hechizo de invocar a las sombras que se llevará a cabo dentro de tres
días.
-¿Se puede saber qué estás buscando? Así yo también te
ayudaría a buscarlo y no montar tanto jaleo.
Sam me ignora por completo y sigue buscando en los
cajones del mueble de su salón. Hay montones de cosas dentro de él que ahora
tiene Sam a su alrededor: desde una jarra de plata hasta una muñeca sin cabeza
de plástico (supongo que la muñeca de Sam de pequeña, aunque ¿ella jugaba con
muñecas? Yo pensé que se divertía clavándole un cuchillo a algo). Me siento en
el sofá y espero a que ella se rinda o me diga algo; mientras pongo los pies
sobre la mesa y me quedo contemplando el techo, pensativa y recordando el olor
a muerto del bosque y los tres cadáveres de las cuatro personas de él. Eso ha
tenido que hacerlo una persona que sabía lo que hacía, no un accidente.
-¡AQUÍ ESTÁ!-Sam se pone en pie con un libro gris
lleno de polvo que puede tener más de mil páginas. Se nota que es antiguo,
sobre todo por las páginas; de un color amarillo que casi parece que al
tocarlas puedan hacerse ceniza sobre tus dedos. Por otro lado, Sam pasa las
páginas como nada, tan rápido que no sé cómo se entera de lo que está leyendo.
>>Tiene que estar por aquí… ¡Ajá! No, espera,
esto es sobre cómo hacer el anillo de un vampiro…-vuelve a pasar las
páginas-.Ahora sí… ¡Aquí está!
Me aparta los pies de la mesa con un empujón y estoy a
punto de caerme al suelo. Sam se pone a mi lado y deja el libro sobre la mesa,
ahí extiende el brazo para señalarme la primera página, la otra tiene un dibujo
de una luna, un caldero y un cuchillo… no sé qué quiere decir.
-<<El hechizo de “Sacrificio” es el más
utilizado entre los brujos hoy en día, también allí por los siglos diecisiete y
dieciocho-lee Sam en voz alta-.Su poder es tal, que es capaz de hacer que el
que lo utilice tenga la fuerza de la gente que mata, así usando su sangre y
mezclándolo con una de las reliquias de la persona que lo hace. No tiene por
qué ser otro brujo, puede ser otro tipo de raza (como vampiro, hombre lobo y
cazador), la de humano es tan inútil que no es necesario matarlos. >>
-¿Quieres decir que las han matado para hacer un
hechizo y ser más poderoso?
Sam asiente y se echa hacia atrás, casi hundiéndose en
el sofá de cuero negro. Su tez es blanca como la leche y sus ojos azules
resaltan más sobre su rostro de niña pequeña que tiene, haciéndole parecer más
delicada; aunque claro, ella es una cazadora.
-Y me apostaría mi marca que ha sido Elena, ella
necesita la fuerza suficiente para poder hacer el siguiente hechizo de
resucitar a los espíritus.
-Pero eso significaría que ya están dando por supuesto
que voy a acceder a hacerlo yo también.-digo a media voz.
-¿Es que no te das cuenta?-la voz de Sam es
dura-.Desde que viniste aquí sabían que ibas a acceder a voluntad o por fuerza.
Van a conseguir que lo hagas, pero nosotros estaremos preparados.
Me hundo en el sofá a su lado.
-Debería ser yo la que muera.-digo con voz
apagada-.Ahora ya no necesitamos buscar a Elena, ella podría matar a
cualquiera, necesito ser yo la que muera.
Sam no dice nada, sino que se queda mirando a ningún
punto en especial con la expresión cansada.
-Necesito que me hagas ese favor Sam.-le insisto
canteándome para verle mejor la cara-.Necesito que me jures que si no sale
bien, serás tú la que me mate.
-Debería decirte que no, pero yo haría lo mismo en tu
lugar: prefiero que muera una persona a miles de ellas.
Suelto un largo suspiro.
-Gracias.
Cuando salgo de casa de Sam no sé a dónde voy, pero sé
que no quiero entrar aún en casa para que Luke, Caden y los demás me digan que
lo que he hecho es una imprudencia, ya tengo mal sabor de boca por todo lo que
está pasando a mi alrededor, no quiero tener que contárselo. Ellos no se van a
enterar del trato que he hecho con Sam, nadie debe saber que voy a morir.
La idea de morir me resulta escalofriante, como tocar
con los dedos la fría hoja de la empuñadura que te atacará dentro de poco; todo
el mundo sabe que cuando naces, algún día llegará tu fin, pero es algo
imprevisto, nadie sabe que morirá el día menos pensado: yo sí.
Me entra un escalofrío cuando el frío empieza a
alzarse de una manera tan extraña, que creo que no estoy sola. Alzo mi cabeza
para ver, con pura sorpresa, que estoy delante de mi casa: mi verdadera casa.
Ni la de Caden, ni la de Londres, esta sí que es mi verdadera casa. La puerta
está en el suelo y el jardín está mal cuidado por los días sin cortarlo, con
trozos de neumáticos sobre la tierra. Subo los escalones de la entrada y
descubro que todo está más roto que cuando me fui por última vez, como si
alguien o “algo” hubiesen venido después.
Entro en la casa y descubro que no hay nada más que
escombros de madera rota y cristales que crujen cuando las pisas. Miro dentro
de la cocina donde el frigorífico está tumbado en el suelo y el microondas
hecho añicos. En el salón todo está igual que antes, salvo por que las cosas
que había en los cajones ahora están abiertos y las cosas tiradas por donde
quiera que miras.
Suelto un suspiro y por un momento me entran ganas de
llorar y de destrozar más las cosas rotas que hay por aquí. Es solo un momento,
porque después escucho un ruido sordo procedente de la casa: del sótano, siendo
más específicos. No sé si es porque hace apenas dos días estuve en un lugar
infectado de vampiros y ahora estoy más sensible que nunca, pero voy corriendo
a la cocina y cojo uno de los cuchillos que hay tirados en el suelo. Después,
abro el picaporte de la puerta del sótano y trago saliva cuando veo las
escaleras que dan hacia el agujero negro que tanto odio.
La luz solamente da hasta la mitad de las escaleras
así que la otra mitad voy a oscuras y en silencio. Cuando llego abajo busco a
tientas el interruptor de la luz. Cuando la sala se ilumina, ahogo un grito y
el cuchillo se me cae de la mano. Una sombra se alza sobre mí y me caigo al
suelo para ver sus ojos azules con un matiz de furia. Me da un golpe en la cara
y siento un escozor en la mejilla. Intento alcanzarla yo con mis manos pero
nunca llego a tocarla, porque se desvanece para aparecer de nuevo sobre las
escaleras. No tiene boca, pero noto como se ríe de mí.
-Spirit estúpida, Ignis era más astuta que tú, aunque
nos abandonó. Tú no harás lo mismo, solo faltan tres días para que pueda volver
a la vida y así lo haré, ¿de acuerdo? Donde pasó todo, ahí haremos el ritual… donde
pasó todo.
La sobra desaparece y me quedo sola con la respiración
agitada. Me vuelvo a poner en pie y mis manos se cierran sobre la empuñadura
del cuchillo frío y metálico. Miro a mi alrededor por si otra sombra se
abalanza sobre mí. Pero solamente encuentro cajas de cartón. No sabía que aquí
había cajas como esas, aunque supongo que son las que guardan la comida que
Elena escondía de Chris…
Me acerco a ellas aun echando un vistazo a mi
alrededor y las tiro al suelo para mirar en su interior. Están cerradas por
celofán, pero las abro igualmente con el cuchillo que tengo en mi mano. En estos
momentos me recuerdo a un personaje de alguna película…
…abriendo una caja llena de armas. Armas como espadas,
cuchillos y pistolas, hasta con municiones de balas; pero no son las normales,
son de madera y de plata, después están las que creo que son para los humanos.
Saco todo el arsenal y en el interior descubro que está el nombre de mi padre,
escrito con su puño y letra.